La fuente de la inspiración

Antes de la creación existe la inspiración. Pero, ¿de dónde o de qué surge esta inspiración?

La palabra inspiración proviene del latín Inspiratio, que significa recibir el aliento. En un sentido, puede referirse a la acción y efecto de soplar dentro, refiriéndose a un proceso mecánico de la primer etapa de la respiración que consiste en introducir aire en los pulmones. Y en otro sentido, como un proceso subjetivo de introducir el espíritu en el cuerpo.

Como seres creadores dentro del ámbito artístico, nos interesa esta segunda definición. ¿Qué entendemos por Introducir el espíritu en el cuerpo?

Podríamos pensar que se trata de algún tipo de posesión con algo o alguien que no está al alcance de nuestra realidad visible, o bien, esta realidad que es visible todo el tiempo es el punto de partida para la inspiración.

Si hablamos de una inspiración como una realidad no visible, podemos decir que, una energía o esencia inmaterial nos posee, nos conecta, nos hace ver más allá de lo visible, en cambio si hablamos de un inspiración que parte de la realidad visible, esta llega a través de lo material, de lo ya existente.

Posiblemente la inspiración que proviene de una realidad no visible, nos lleve a la creación de algo que aparentemente no existe, o de algo que hemos dejado olvidado en la memoria y que aunque no seria nuevo, podría parecernos de ese modo. Ahora bien, si la inspiración surge con la realidad visible, tomamos una referencia de lo que ya existe, para transfigurarlo en algo glorioso o idealmente bello.

O simplemente la inspiración es esa esencia no visible que nos reconecta, que nos habla a través de los sentidos, que nos lleva a escarbar en nuestro subconsciente, para exaltar aquello que ha quedado olvidado en la memoria.

La inspiración como esencia de la creación, nos lleva a hacer posible lo imposible a través de la materia. Es experimentar por breve tiempo lo ilimitado, lo infinito y lo eterno que habita en nosotros.