Fui de compras y tuve una linda experiencia. Fui a un mercado en Los Ángeles California, visité una mercería que se llama “Mercería Teresita”. Me costó mucho trabajo encontrarla, maneje cuatro horas, dos de ida y el regreso.
Ya en el mercado fue toda una aventura, tuve que recorrer casi todo el mercado para encontrar a la señora Teresita. Tiene una mercería muy pequeña, con un montón de hilos y cosas para bordar. Estaban con ella dos personas. Mientras yo elegía los hilos y las cosas que quería, ellos estaban hablando. Y justo al mismo tiempo, me pregunté en mi mente: ¿habrá sido buena idea venir desde tan lejos?...
El Universo me dio la respuesta, la mujer que estaba ahí, le preguntó a la señora Teresita: ¿y todavía hay gente que borda?, a lo cual la señora Teresita respondió: ¡gracias a Dios sí, sino no sé que sería de mí!, yo ya no puedo bordar y ahora solamente me queda venderles para que ellas borden.
Muchas bendiciones para la señora Teresita que ya no puede bordar, pero sigue esperanzada en nosotras en las que ahora tomamos la batuta.