A partir de la lectura de un artículo sobre la nueva era del consumo femenino que ofrece datos muy interesantes sobre lo que llaman la SHEconomy, se me ocurrió explorar un posible cruce entre esta tendencia global y sus implicaciones en la economía creativa.

En la actualidad, un gran número de mujeres ha decidido dejar de tener hijos y concentrar su energía y recursos materiales a la educación, el autocuidado, bienestar y tecnología. Esto impacta y modifica las dinámicas de los diversos sectores económicos, además de redefinir el rol de la mujer como consumidora.
Estos cambios afectan a las industrias tradicionales y representan una gran oportunidad para las industrias creativas.
Hoy por hoy, un gran número de mujeres prioriza en su consumo, productos y/o servicios que representen o reflejen valores acordes con el bienestar de la comunidad, el cuidado del medio ambiente, procesos cuidadosos y pagos justos, entre otros, lo que permea en dinámicas propicias que pueden favorecer a estos negocios basados en la creatividad, el diseño o la producción artística.
Estudios recientes, han demostrado que además de liderar emprendimientos creativos, las mujeres son punteras en el consumo responsable, revalorizando de forma importante, la ética y responsabilidad social de las marcas.
Además, también es importante para ellas la sostenibilidad de estos negocios. Un informe de L’Oreal destaca que más del 61% de las mujeres reconocen su responsabilidad en el cambio climático, en contraste con menos de la mitad de los hombres. Además, priorizan marcas con un impacto positivo en la sociedad y el medioambiente.
Según la UNESCO, la industria de la economía creativa -que abarca el diseño, la moda, la ilustración, la artesanía, el bordado y la escritura, entre otros-, representa el 3% del PIB mundial y emplea a millones de personas, en su mayoría mujeres.
Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas. A pesar del crecimiento del sector, quienes desean emprender un “negocio creativo” y sobre todo si son mujeres, se enfrentan a varios retos, algunos de los cuales enumero a continuación:
Hay una desvalorización del trabajo creativo: las profesiones creativas, siguen percibiéndose como hobbies, actividades “fáciles” o con poco valor. Esto impacta negativamente en su reconocimiento social y una remuneración justa.
La brecha de género sigue estando presente, en el acceso a financiamientos o créditos en comparación con el género masculino.
En la mayor parte de las sociedades, las mujeres siguen asumiendo como tarea la mayor carga del trabajo doméstico y de cuidados (hacia los hijos, la familia, el hogar, los enfermos, etc) lo que reduce el tiempo y energía que pueden dedicar a sus emprendimientos.
Por otro lado, la generación Z (definida como el grupo de personas que nacieron entre mediados de los años 90 y finales de los 2000) también empuja cambios en el consumo. Much@s jóvenes, buscan productos auténticos, que puedan personalizar y si están avalados por prácticas éticas, mejor.
Desde mi punto de vista, esta tendencia también refuerza la importancia de los negocios creativos, especialmente aquellos con un fuerte componente de identidad cultural y responsabilidad social.
Desde una perspectiva de género, emprender un negocio de este tipo muchas veces es también una vía para la independencia y el empoderamiento femenino. Muchas mujeres han encontrado en la artesanía, el bordado, la ilustración o el diseño textil, una forma de generar ingresos, sin depender de estructuras laborales tradicionales, que a menudo imponen barreras.
El auge de la economía creativa, demuestra a nivel más amplio, que además de que vivir de la creatividad es posible, aunque reitero, no fácil, sino que también pueden convertirse en motores para el cambio social que reconozca y valore el trabajo creativo no solo como una fuente de impulso económico para mujeres, familias o comunidades sino también como una forma de desafiar estructuras que históricamente han relegado a las mujeres y este tipo de actividades a roles secundarios en la producción artística y cultural.
En conclusión, aunque no es un camino sencillo, se puede vivir de un negocio basado en la creatividad, pero requiere planificación, estrategias de monetización y el reconocimiento del valor de la producción artística.
Cuéntame tú qué opinas.
Fuentes:
https://www.unwomen.org/es/articulos/datos-y-cifras/datos-y-cifras-empoderamiento-economico
https://closingap.com/que-hacemos/informes-brechas/brecha-en-el-consumo/
https://unctad.org/es/publication/perspectivas-de-la-economia-creativa-2024
"Tiempos de cultura – El primer mapa mundial de las industrias culturales y creativas", estudio elaborado por Ernst & Young en colaboración con la UNESCO y la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores (CISAC).
Las industrias culturales y creativas representan el 3% del PIB mundial y generan ingresos de aproximadamente 2,25 billones de dólares anuales.
https://www.prensalibre.com/economia/ingenio-impacta-pib-mundial/
Además, el informe destaca que estas industrias emplean a 29,5 millones de personas en todo el mundo, lo que equivale al 1% de la población activa global. Esta cifra supera el empleo generado por las industrias automovilísticas de Europa, Japón y Estados Unidos combinadas.
Cada una de las variables que escribieron son atemporal, coincido más sumo la brecha que vivo en trabajar técnicas ancestrales ( eh: Mola) que llevan un tiempo muy elevado con la demanda de todo ya y lo difícil que se hace poner un valor y precio al producto... Gracias por la reflexión.
Sobre la valorización del trabajo manual y creativo, de eso nos falta mucho! Gracias por el artículo y la reflexión 😊🪡
Falta una educación bilateral para saber costear tus productos y los clientes apreciar el trabajo manual y el costo que implica.
No cabe duda que el ser mujer siempre resulta todo más difícil, pero hay algo en que somos las mejores y además podemos asumir diferentes roles a la vez. Nuestros esfuerzos conjuntos serán capaces de cambiar muchas cosas en nuestra sociedad