En el corazón de Cholula, una ciudad cargada de historia y tradición en el estado de Puebla, se alza una maravilla que parece surgir de la tierra: la Gran Pirámide de Cholula, conocida también como Tlachihualtépetl, o "cerro hecho a mano".
Hace más de dos mil años, cuando las montañas y los valles de Mesoamérica eran hogar de civilizaciones brillantes, los habitantes de Cholula comenzaron a construir este coloso. No fue una tarea rápida; generación tras generación, los constructores ampliaron la pirámide, agregando capas de tierra y piedra, hasta que alcanzó una altura imponente y la base más extensa que la de cualquier otra pirámide en el mundo.

La estructura no solo era un centro ceremonial, sino también un espacio de conexión espiritual.Los antiguos cholutecas, expertos en el arte de construir con adobe, también destacaban en el tejido de historias y símbolos a través de sus textiles. En la cima de la pirámide, los sacerdotes rendían homenaje a Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, y a Tláloc, dios del agua y la lluvia, mientras los tejidos adornaban los altares y las figuras ceremoniales. Cada hilo y cada patrón tenían un significado: las líneas geométricas representaban el orden del cosmos, los colores vivos evocaban la fertilidad de la tierra, y los motivos de plumas recordaban la esencia divina de Quetzalcóatl.

Esta pirámide tiene mucha cosas interesantes además de su extensión, tiene el mural de os bebedores donde aparecen hombres y mujeres bebiendo pulque, una bebida tradicional mexicana. Este nos habla de cómo únicamente las personas entregadas a los dioses podían beber esta bebida sagrada ya que solo su espíritu estaba listo para la comunión que creaba con el cosmos a través de o que hoy en día conocemos como embriaguez.
Pero lo que me mueve a escribir este breve artículo sobre Tlachihualtépetl es la importancia del hilo en la cosmogonía choluteca. En el telar de cintura, técnica tradicional todo a lo largo de Mesoamérica, existe un simbolismo que conecta a las tejedoras con su entorno, su comunidad y lo sagrado. El telar de cintura es una extensión del cuerpo y del espíritu de la tejedora. La posición del telar, anclado a un árbol o poste por un extremo y ceñido a la cintura por el otro, crea una conexión simbólica desde el vientre de la tejedora con la tierra y el universo. Al moverse, la tejedora recrea el acto de creación, como si ella misma estuviera tejiendo su propio camino al cielo.

En muchas cosmovisiones indígenas, los hilos representan caminos o líneas que conectan diferentes planos de existencia. El tejido, entonces, no es solo un proceso físico, sino también un acto espiritual que entrelaza lo humano con lo divino. Cada diseño tiene un significado particular: patrones geométricos, animales, flores y figuras representan elementos del cosmos, mitos de creación o historias originarias.

En muchas comunidades, los textiles creados en telar de cintura son considerados ofrendas a los dioses o a la naturaleza. Los patrones y colores no se eligen al azar; cada uno es una plegaria visual, una forma de agradecer, pedir protección o expresar gratitud por las bendiciones recibidas.
El telar de cintura es una técnica profundamente ligada a la feminidad y a la relación de las mujeres con la vida. Así como las tejedoras crean textiles, las mujeres son vistas como dadoras de vida, tejedoras de la trama social y guardianas de la continuidad cultural. Existe un punto en el tejido prehispánico heredado a las técnicas bordadas en México llamado “petatillo”. En la Gran Pirámide de Cholula podemos ver a importancia de tejido y su papel en a cosmovisión choluteca en a texturas que envuelven la base de la pirámide. Estas texturas talladas en piedra representan este punto, marcando la importancia de la unión de la creadora con el universo.

Fueron muchas las culturas que ocuparon como centro ceremonial a la pirámide de Cholula, y los conquistadores españoles llegaron en el siglo XVI. Sobre la cima de este antiguo monumento, construyeron la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, un símbolo del choque y la fusión de culturas que definió al México moderno.
Hoy, la Pirámide de Cholula es un testigo silencioso de siglos de historia y tradición. Sus túneles y sus laderas cubiertas de vegetación esconden secretos de un pasado remoto, mientras la iglesia en su cima brilla bajo el sol, recordando a todos que el pasado y el presente siguen siendo un camino al cielo.

Estos son algunos usos del punto petatillo en mis bordados:
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