Este manifiesto va dirigido a todas las mujeres bordadoras que se han negado a reconocer
que sus creaciones merecen ser protegidas.
Soy cofrade aprendiz y escribo este manifiesto porque las mujeres usualmente llevamos la
duda impresa, mucho más las mujeres dedicadas a la creación. Con excusas como “Sólo
es un pasa tiempo” “Sólo es un bordadito” “No es nada” Nos hacemos pequeñas.
Mi deseo es que las mujeres les den un buen lugar a sus creaciones y no sólo eso, sino
que también lleven a cabo las acciones necesarias para protegerlas cuando sea necesario.
Como punto inicial podemos protegernos a través del registro de signos distintivos, como
puedo serlo una marca.
Para proteger nuestras creaciones será por derechos de autor de sentido estricto, donde
entran las obras textiles.
Ahora, sí lo que desean es dedicarse a su creación profesionalmente, desde el punto de
vista del ámbito jurídico se requieren tres cosas:
o Si es en compañía de otras personas, constituir una sociedad sin importar si es una
persona muy cercana a nosotras. Para aclarar las responsabilidades de cada quién
y evitar conflictos en un futuro.
o Asesorarse de un contador para establecer el momento indicado para dar de alta
esta sociedad.
o Hacer un registro adecuado de la marca, en la clase correcta.
También es importante recordar nuestras buenas prácticas profesiones y a partir de éstas
tener en mente que siempre que deseemos utilizar algo que no nos pertenece, debemos
pedir permiso. Tenemos esta obligación cuando nuestra intención es obtener una ganancia
o beneficio.
La competencia es deseable. El problema es cuando es desleal al hacer uso de creaciones
ajenas.
Que nunca más haya una mujer que haga menos sus creaciones y que sea indiferente ante
el robo de lo que construyó con su trabajo.
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