Nos reuníamos casi todas las mañanas en Maroma, un verdadero oasis donde realizábamos labores manuales.
Maria Luisa Zuloaga una avispada dama octogenaria, viéndome desesperada tratando de desenredar un madeja de hilos para comenzar a bordar, con voz firme me dijo: “SÓPLALO”, ¿cómo? repliqué, y explicó, ante nuestras miradas atónitas, respira suavemente y el aire que botas lo soplas suavemente sobre los hilos enredados una y otra vez hasta que se desenreden .
Nunca más volví a desesperarme ante ningún enredo ni de hilos ni de vida.
Ese momento donde se me atoran los hilos es cuando me pregunto si no necesito un descanso, o seguir al día siguiente. A veces es sólo darme un respiro para continuar. Lo curioso es que me lo puedo dar cuando bordo o estoy haciendo un trabajo. Pero cuando coso algo sencillo el remiendo de un calcetín, o algo así de "insulso", me gusta hacerlo con esa desesperación que a veces me asalta, y me gusta cómo se ve, azaroso, descuidado. Me gustaría poder combinar el trabajo dedicado y lo gestual que puede tener una puntada.
También me pasó la semana pasada que estuve viajando, y en varios momentos del viaje se atoraban las cosas, se enredaba algo del camino, y me acordaba de esta entrada que pude leer en un momento del trayecto, y pensaba sóplalo, como una manera de decirme, está bien, se está atorando la cosa, es parte de, y está bien, ya se desatorará si te detienes unos segunditos.
Puede ser que el hilo sera como un serpiente que se encanta con un aliento calmo y musical ? Otra magia de la bordadora.
Bonito suena a un dulce cuento😍