De chica siempre fui curiosa…
Todo me llamaba la atención
Recuerdo que cada vez que mi mamá me llevaba de visita a casa de algún familiar, las instrucciones eran claras y precisas: NO TOQUES NADA, la solemnidad de sus palabras aún las recuerdo y claro, ahora nos reímos ya que pasó muchas vergüenzas conmigo…
Pero el lugar favorito para “cachurear” eran: las carteras de las abuelas… Y los costureros, por supuesto.
Estos últimos eran tesoros, encontrabas de todo o para mí sí lo era: retazos de cintas de terciopelo de alguna caja de chocolate que la abuela pensó que era linda, botones plásticos, de colores, nacarados, transparentes o de figuritas, agujas, dedales, enhebradores, hilos blanco y negro por ahí con suerte un beige; alfileteros con alfileres cabeza de colores que me gustaba reordenar haciendo flores y con los otros hacia iniciales y así, las horas volaban y yo en silencio en ese mundo que solo ahora recordar me llena de emoción… y ya me entró una basurita en el ojo…
Yo ya más o menos sabía para qué era cada cosa, pero fue, en solo una ocasión, que encontré un “artefacto”, como diría Don Nicanor Parra, totalmente ajeno a ese mundo: un huevo de madera: su procedencia era desconocida, su uso, aún más.
¿Que podría hacer ahí, en ese mundo de lata redonda que alguna vez fue una caja de galletas finas que alguien llevó para tomar la once… o el té y que ahora alberga a todo ese mundo de remiendos y costuras utilitarias?
Tomé el huevo y luego de examinarlo concienzudamente, se lo llevé a mi mamá quien conversaba animadamente con las tías presentes, las que, al verme, soltaron una carcajada y ella, por supuesto, una mirada reprobatoria… el castigo era inminente.
¿Por qué la abuela tiene un huevo en la caja de los hilos? Pregunté sin reparar en la mirada de mi mamá...
- Ese huevo, lo usa la abuela para cocer las “papas” que se le hacen en los calcetines a tu abuelo y a tus tíos… contestaron; - ¿y que son las “papas”? pregunté aún más sorprendida, no me hacía sentido que una papa estuviera presente y menos en un calcetín!
- Las papas se hacen cuando los calcetines están viejitos, gastados, dijo una, o cuando te roza la punta del zapato … o cuando no te has cortado las uñas añadió la otra desde la cocina al fondo y todas nuevamente rieron, algunas con cara de poco agrado…-
Días después, recuerdo haber entrado a la habitación de mi abuela, ella, con su lata de hilos a un costado, se sentaba al borde de la cama frente a la ventana, la luz iluminaba todo el espacio; al verme, me invitó a sentarme junto a ella; en silencio y con sus manos largas y trabajadas tomaba el huevo y lo metía dentro de los calcetines para zurcirles sus “papas”: el huevo ayuda a que la puntada no quede “tiesa o apretada”- me explicó - y siguiera la forma redondeada del calcetín.
Escogiendo la aguja adecuada, remendaba los calcetines rotos en la punta o en el talón. Con destreza, ella realizaba este mending, entre refunfuños amorosos y su entrecejo fruncido… entre hilos y lanas ella iba cociendo y dándole una nueva vida a estos calcetines gastados…
Desde ahí, que cada vez que veo un huevo de madera, recuerdo vívidamente esa imagen, el huevo de madera que toda abuela supo usar y que era parte de ese costurero utilitario, como un artefacto más, dentro del mundo de los remiendos.
Y nuevamente me entró una basurita en el ojo…
Es la primera vez que escucho sobre esto, me pareció un recuerdo muy lindo. También me tocó curiosear las cajas de galletas 🍪💛
Me fascina que es una forma de huevo que participa al renacimiento de unas calcetines. Es un símbolo muy lindo.